lunes, 28 de marzo de 2011

Lo negro del Policial, por Ricardo Piglia

Ricardo Piglia es uno de los más reconocidos escritores argentinos actuales, autor de admiradas novelas como Respiración artificial y Plata quemada. Es autor, además, de cuentos y ensayos sobre literatura argentina, y un ferviente admirador del policial negro norteamericano. El artículo aquí reproducido fue compilado por Daniel Link en el libro El juego de los cautos.


Lo negro del Policial, por Ricardo Piglia

¿Cómo definir ese género policial al que hemos convenido en llamar de la serie negra según el título de una colección francesa? A primera vista parece una especie híbrida, sin límites precisos, difícil de caracterizar, en la que es posible incluir los relatos más diversos.
(…)
Lo que en principio une a los relatos de la serie negra y los diferencia de la policial clásica es un trabajo diferente con la determinación y la causalidad. La policial inglesa separa el crimen de su motivación social. El delito es tratado como un problema matemático y el crimen es siempre lo otro de la razón. Las relaciones sociales aparecen sublimadas: los crímenes tienden a ser gratuitos porque la gratuidad del móvil fortalece la complejidad del enigma. Habría que decir que en esos relatos se trabaja con el esquema de que a mayor motivación menos misterio. El que tiene razones para cometer un crimen no debe ser nunca el asesino: la retórica del género nos ha enseñado que el sospechoso, al que todos acusan, es siempre inocente. Hay una irrisión de la determinación que responde a las reglas mismas del género. El detective nunca se pregunta por qué, sino cómo se comete un crimen y el milagro del indicio, que sostiene la investigación es una forma figurada de la causalidad. Por eso el modelo del crimen perfecto que desafía la sagacidad del investigador es, en última instancia, el mito del crimen sin causa. La utopía que el género busca como camino de perfección es construir un crimen sin criminal que a pesar de todo se logre descifrar. En este sentido si la historia interna de la narración policial clásica se cierra en algún lado hay que pensar en El proceso de Kafka que invierte el procedimiento y construye un culpable sin crimen.
Los relatos de la serie negra (los thríller como los llaman en Estados Unidos) vienen justamente a narrar lo que excluye y censura la novela policial clásica. Ya no hay misterio alguno en la causalidad: asesinatos, robos, estafas, extorsiones, la cadena siempre es económica. El dinero que legisla la moral y sostiene la ley es la única razón de estos relatos donde todo se paga. Allí se termina con el mito del enigma, o mejor, se lo desplaza. En estos relatos el detective (cuando existe) no descifra solamente los misterios de la trama, sino que encuentra y descubre a cada paso la determinación de las relaciones sociales. El crimen es el espejo de la sociedad, esto es, la sociedad es vista desde el crimen: en ella (para repetir a un filósofo alemán) se ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubría las relaciones personales hasta reducirlas a simples relaciones de interés, convirtiendo a la moral y a la dignidad en un simple valor de cambio. Todo está corrompido y esa sociedad (y su ámbito privilegiado: la ciudad) es una jungla: "el autor realista de novelas policiales (escribe Chandler en El simple arte de matar) habla de un mundo en el que los gangsters pueden dirigir países: un mundo en el que un juez que tiene una bodega clandestina llena de alcohol puede enviar a la cárcel a un hombre apresado con una botella de whisky encima. Es un mundo que no huele bien, pero es el mundo en el que usted vive. No es extraño que un hombre sea asesinado pero es extraño que su muerte sea la marca de lo que llamamos civilización".
En el fondo, como se ve, no hay nada que descubrir, y en ese marco no sólo se desplaza el enigma sino que se modifica el régimen del relato. Por de pronto el detective ha dejado de encarnar la razón pura. Así, mientras en la policial clásica todo se resuelve a partir de una secuencia lógica de hipótesis, deducciones con el detective inmóvil, representación pura de la inteligencia analítica (un ejemplo a la vez límite y paródico puede ser el Isidro Parodi de Borges y Bioy Casares que resuelve los enigmas sin moverse de su celda), en la novela policial norteamericana no parece haber otro criterio de verdad que la experiencia: el investigador se lanza, ciegamente, al encuentro de los hechos, se deja llevar por los acontecimientos y su investigación produce, fatalmente, nuevos crímenes. El desciframiento avanza de un crimen a otro; el lenguaje de la acción es hablado por el cuerpo y el detective, antes que descubrimientos, produce pruebas. Por otro lado ese hombre que en el relato representa a la ley sólo está motivado por el dinero: el detective es un profesional, alguien que hace su trabajo y recibe un sueldo (mientras que en la novela clásica el detective es generalmente un aficionado, a menudo, como en Poe, un aristócrata, que se ofrece desinteresadamente a descifrar el enigma). Curiosamente es en esta relación explícita con el dinero (los 25 dólares diarios de Marlowe) donde se afirma la moral; restos de una ética calvinista en Chandler, todos están corrompidos menos Marlowe: profesional honesto, que hace bien su trabajo y no se contamina, parece una realización urbana del cowboy. "Si me ofrecen 10.000 dólares y los rechazo, no soy un ser humano", dice un personaje de James Hadley Chase. En el final de El gran sueño, la primera novela de Chandler, Marlowe rechaza 15.000. En ese gesto se asiste al nacimiento de un mito. ¿Habrá que decir que la integridad sustituye a la razón como marca del héroe? Si la novela policial clásica se organiza a partir del fetiche de la inteligencia pura, y valora, sobre todo, la omnipotencia del pensamiento y la lógica abstracta pero imbatible de los personajes encargados de proteger la vida burguesa, en los relatos de la serie negra esa función se transforma y el valor ideal pasa a ser la honestidad, la "decencia", la incorruptibilidad. Por lo demás se trata de una honestidad ligada exclusivamente a cuestiones de dinero. El detective no vacila en ser despiadado y brutal, pero su código moral es invariable en un solo punto: nadie podrá corromperlo. En las virtudes del individuo que lucha solo y por dinero contra el mal, el thriller encuentra su utopía. No es casual en fin, que cuando el detective desaparezca de la escena la ideología de estos relatos se acerque peligrosamente al cinismo (caso Chase) o mejor, cuando el detective se corrompe (caso Spillane) los relatos pasan a ser la descripción cínica de un mundo sin salida, donde la exaltación de la violencia arrastra vagos ecos del fascismo. Asistimos ahí a la declinación y al final del género: su continuación lógica serán las novelas de espionaje. Visto desde James Bond, Philip Marlowe es Robinson Crusoe que ha vuelto de la isla.
La transformación que lleva de la policial clásica al thriller no puede analizarse según los parámetros de la evolución inmanente de un género literario como proceso autónomo. Es cierto que la novela policial clásica se había automatizado (en el sentido en que usan este término los formalistas rusos) pero esa automatización (denunciada por Hammett y Chandler y parodiada en novelas como La ventana alta y El hombre flaco) y el desgaste de los procedimientos no puede explicar el surgimiento de un nuevo género, ni sus características. De hecho, es imposible analizar la constitución del thriller sin tener en cuenta la situación social de los Estados Unidos hacia el final de la década del 20. La crisis en la Bolsa de Wall Street, las huelgas, la desocupación, la depresión, pero también la ley seca, el gangsterismo político, la guerra de los traficantes de alcohol, la corrupción: al intentar reflejar (y denunciar) esa realidad los novelistas norteamericanos inventaron un nuevo género.
(...)
El thriller surge como una vertiente interna de la literatura norteamericana y la constitución del género debe ser pensada en el interior de cierta tradición típica de la literatura norteamericana (lo que podríamos llamar el costumbrismo social que viene de Ring Lardner y de Sherwood Anderson) antes que en relación con las reglas clásicas del relato policial. En la historia del surgimiento y la definición del género el cuento de Hemingway Los asesinos (1926) tiene el mismo papel fundador que Los crímenes de la calle Morgue (1841) de Poe con respecto a la novela de enigma. En esos dos matones profesionales que llegan de Chicago para asesinar a un ex boxeador al que no conocen, en ese crimen por encargo que no se explica y en el que subyace la corrupción en el mundo del deporte, están ya las reglas del thriller, en el mismo sentido en que las deducciones del caballero Dupin de Poe preanunciaban toda la evolución de la novela de enigma desde Sherlock Holmes a Hércules Poirot. Por lo demás en ese relato (y en el primer Hemingway) está también la técnica narrativa y el estilo que van a definir el género: predominio del diálogo, relato objetivo, acción rápida, escritura blanca y coloquial. (No es casual que Chandler haya comenzado por escribir una parodia de Hemingway, The sun also sneezes, "dedicado sin ninguna razón al mayor novelista norteamericano actual: Ernest Hemingway" o que Hemingway se llame uno de los personajes de Adiós, muñeca). Por lo demás en 1931 aparece Santuario de Faulkner que puede ser considerada una de las mejores novelas del género y que tiene un papel clave en su transformación. Porque el desarrollo del thriller hacia formas cada vez más alejadas del relato policial propiamente dicho (como de un modo u otro lo practicaban Hammett o Chandler) está marcado por la primera novela de James Hadley Chase, El secuestro de la señorita Blandís (1937) que no es más que una remake de Santuario.
El thriller es uno de los grandes aportes de la literatura norteamericana a la ficción contemporánea. Nacido en una coyuntura histórica precisa, literatura social de notable calidad, el género se cristaliza y culmina en la década del 30: El largo adiós de Chandler (1953) marca su final y es ya un producto tardío. Los que siguen, siendo excelentes (como Chester Himes, D. Henderson Clarke, Kenneth Fearing o David Goodis, para nombrar a los mejores) se desligan cada vez más de esa tradición y en el fondo no hacen más que repetir o exasperar las fórmulas establecidas por los clásicos.

lunes, 22 de febrero de 2010

Modelo de Informe Crítico de Lectura que incluye un análisis literario

A pesar de los graves problemas que presenta en el nivel de la cohesión, se ha extraído de http://www.ficciones.com.ar/Critica/goligorsky-1.htm este artículo de Luis Romano con el fin de mostrar a alumnos y talleristas la forma en que se lleva a cabo el trabajo de análisis literario y la elaboración de un Informe Crítico de Lectura. El artículo de Romano contiene un buen análisis y cuenta con la ventaja de presentar, en forma fehaciente, las características del Policial Negro.


Goligorsky, E. (s/f) Orden Jerárquico, en Asesinos de Papel, Buenos Aires: Calicanto.


Eduardo Goligorsky forma parte de los nuevos escritores que publican entre las décadas del 60 y 70, y representa la revalorización del policial negro que no había sido tenido en cuenta en la generación anterior; ha publicado decenas de títulos en colecciones populares de Malinca y Acme Agency entre otras, bajo distintos seudónimos (Ralph Fletcher, Roy Wilson, Mark Pritchart, etc.).
Orden jerárquico fue premiado, en 1975, por el concurso de cuentos policiales que organizó la revista Siete Días. Aparece luego en una antología publicada por Jorge Lafforgue en editorial Calicanto en 1977, lo que le da un aval desde el campo de la crítica pues el citado compilador es uno de los grandes especialistas en el género y de reconocido prestigio.
Este cuento participa de la serie policial negro. Pocos son los cuentos que han seguido esta tendencia en la literatura argentina. En cambio, mejor suerte ha corrido la novela. Desde el título el autor nos remite a la idea una organización con escalafón. Organización criminal, que funciona como una suerte de red piramidal donde cada miembro ocupa una posición y una responsabilidad.
El tratamiento del tema policial rompe con el clásico relato de enigma. Ya no es el asesino particular sino un asesino a sueldo, un profesional. Esta particularidad es una de las características con que se identifica al policial negro.
Abáscal, protagonista de este cuento, es una pieza más de ese engranaje. Se siente orgullo de su trabajo y de su desempeño. El narrador nos acerca el siguiente comentario de su eficiencia:
"...A él, a Abáscal, nunca se le había escapádo nadie..."
No persigue un móvil personal, no elige a la víctima sino que le es asignado. Cumple con un pedido, ejecuta una orden que le viene impuesta desde arriba. No la discute ni la cuestiona. No pone obstáculos. A veces ni siquiera conoce a su víctima, aunque él no se plantea en términos de víctima sino de simple objetivo a alcanzar.
En este relato la víctima es un compañero circunstancial al que no lo considera su igual. Dentro del orden jerárquico él se siente que está en un escalafón superior. La opinión de Abáscal acerca del Cholo se puede sintetizar en la siguiente expresión:
"...Era, apenas, un cuchillero sin ambiciones o con una imagen ridícula de la ambición..."
Abáscal es un criminal trasnacional, comete crímenes por encargo en cualquier ciudad del mundo donde la organización se lo indique.
"... Porque últimamente las operaciones se realizaban, cada vez más, en escala internacional, y los viajes estaban a la orden del día..."
Por último, en su aspecto psicológico revela un cinismo que bordea casi la crueldad y no manifiesta tener ninguna piedad por la víctima:
"... Abáscal deslizó la mano por la abertura del saco, en dirección al correaje que le ceñía el hombro y la axila. Al hacerlo rozó, sin querer, el cuadernillo de los pasajes. Sonrió..."
La víctima no tiene nombre propio apenas un apodo, "El Cholo", un lumpen marginal que a falta de profesionales le habían encargado un trabajo (eufemismo de asesinato) que él ejecutó sin hesitar.
En esta clase de relatos nunca queda muy claro los móviles del crimen. Todo queda en un cono de sombras. Todo es secreto, oblicuo.
Podemos citar como ejemplo paradigmático a "Los asesinos" de Ernest Hemingway: Dos asesinos quieren tenderle una emboscada mortal a un hombre en un restaurante que frecuenta todos los días a la misma hora. Toman prisioneros al empleado y a su dueño y deciden esperarlo. Mientras lo aguardan, los asesinos conversan y es así como los prisioneros se enteran de sus planes. Decepcionados abandonan el lugar, momento que aprovecha el empleado para avisar al cliente en el hotel donde se aloja sobre lo sucedido pero al cliente no parece perturbarlo la noticia. Hay en él una resignada actitud de aceptar su destino inexorable pues en definitiva sabe que contra ese poder que no se nombra es inútil luchar. En ningún momento se menciona el porqué de lo sucedido.
En cambio, en el cuento de Goligorsky el motivo del crimen queda explícito. La muerte es decidida (desde arriba) para enmendar un error en el trabajo. Por ausencia de verdaderos profesionales se ha encargado de apuro un trabajo al Cholo:
"... Recurrir al Cholo había sido de todos modos una imprudencia. Con plata en el bolsillo no sabía ser discreto..."
Reflexiona Abáscal y más adelante sigue opinando:
"...No era sensato arriesgar así una organización que tanto había costado montar, amenazando, de paso, la doble vida que él, Abáscal, un verdadero técnico, siempre había protegido con tanto celo..."
El Cholo es un personaje pintoresco de los bajos fondos. La descripción de los personajes y su ámbito marginal es uno de lo tópicos recurrentes de la serie dura.
Abáscal debe liquidar al Cholo para tal fin lo había seguido desde las ocho de la noche por toda la ciudad.
"... Abáscal lo había seguido del teatrito subterráneo a un piringundín de la 25 de Mayo, después a otro, y a otro..."
En este peregrinaje, los ámbitos son sórdidos, decadentes, marginales y siempre hostiles. El narrador describe la sensación que le provoca a Abáscal esos lugares:
"...él también debió sumergirse, por fuerza, en la penumbra cómplice, para asistir a un monótono desfile de hembras aburridas. Las carnes fláccidas, ajadas, que los reflectores acribillaban sin piedad, bastaban, a juicio de Abáscal, para sofocar cualquier atisbo de excitación. Por si eso fuera poco, un tufo en el que se mezclaban el sudor, la mugre y la felpa apolillada, impregnaba al aire rancio, adhiriéndose a la piel y las ropas..." (pág. 67)
Otra descripción del espacio urbano se efectúa desde las oficinas del Dr. (quien ha contratado a Abascal para asesinar al Cholo) que están instaladas en un edificio. Se percibe una sensación de opresión por la escasa visión y de agresividad por la intensidad del ruido, al mismo tiempo que describe un aire contaminado, en definitiva un espacio ni confortable ni propicio para el habitat humano:
"... El tableteo de las máquinas de escribir llegaba vagamente a la oficina, venciendo la barrera de la aislación acústica. Por el ventanal panorámico se divisaba un horizonte de hormigón y más lejos, donde las moles dejaban algunos resquicios, asomaban las parcelas leonadas del Río de la Plata. El smog formaba un colchón sobre la ciudad y las aguas..."
Por eso no es casualidad que el Cholo muera en un espacio abierto, en las sombras de la calle solitaria, acorralado por la bruma y la niebla espesa de la madrugada.
Esta es otra diferencia puntual con el relato policial clásico (recordemos el enigma del cuarto cerrado) En definitiva, en la descripción presentada de esta manera subyace una visión crítica del mundo moderno. Este mundo se presenta incapaz de proporcionar bienestar al hombre, su única ley es la del más fuerte.
Como en los cuentos de suspenso, el núcleo generador del relato ya no es el develamiento inductivo - deductivo del enigma, ahora se desplaza a la acción en una sucesión inacabada de hechos que llevan a nuevos crímenes.
Desde el comienzo sabemos que Abáscal es un asesino y que su propósito es matar al Cholo. En buena parte del relato el punto de vista narrativo acompaña al personaje Abáscal, en el cual el narrador nos invita a compartir el desarrollo de los hechos desde esa perspectiva. El narrador está fuera de la historia. Dentro del género no siempre ocurre de este modo, a veces es el ayudante quien nos cuenta la historia o un escritor, periodista que a su vez ha sido oyente de la historia que le narra el propio detective o policía. Al adoptar este enfoque de los hechos perdemos la noción de globalidad de la historia y pensamos que la única víctima necesaria es el Cholo. Por eso nos sorprende el asesinato de Abáscal. Además el suspenso está graduado por el efecto distractor que logra el narrador al describir el cable con la noticia del asesinato, pues se espera que el remitente del mensaje cifrado sea precisamente Abáscal quien hubiera informado de la misión cumplida al Dr. pero no se aclara:
"... "Firmamos contrato", leyó, efectivamente. O sea que alguien no importaba quien- había cercenado el último cabo suelto, producto de una operación desgraciada..."
Y a continuación nos enteramos:
"... Abáscal fue recibido en el aeropuerto de Caracas en la escalerilla misma del avión, por un proyectil de un rifle Browning calibre 30... "
Es notable el grado de precisión estilística de Goligorsky. La frase está construida con un recurso llamado metonimia el cual consiste en identificar la parte con el todo. El grado de despersonalización llega al punto de tensión máxima ya no es un asesino, en última instancia un ser humano quien lo ejecuta sino que se menciona el objeto con que fue muerto, "un proyectil de un rifle Browning".
Con este efecto logra que la atmósfera de desasosiego aumente en el lector y haga crecer la sensación de incertidumbre.
Ahora, el punto de vista narrativo se traslada al Doctor. Se repite el mismo procedimiento que en el anterior aunque por ello no menos sorprendente.
El desenlace culmina con una última acción que es el detonante de la bomba que terminará a su vez, con la vida del Doctor.
Retomando el tema del orden jerárquico: éste aparece en forma explícita e implícita en el relato:
El explícito:
"... El orden jerárquico también se manifiesta en las armas..."
y a continuación se describe el cuchillo del Cholo como la última arma del escalafón:
"... Un puñal de fabricación casera, cuya hoja se había encogido tras infinitos contactos con la piedra de afilar. Dos sunchos apretaban el mango de madera, incipientemente resquebrajado y pulido por el manipuleo..."
Pero Abáscal que se considera superior al Cholo es portador no ya de un cuchillo mejor sino de un revólver (la "Luger" como él la llama) lo identifica y simboliza su estatus:
"... En cambio, la pistola de Abáscal lleva impresa, sobre el acero azul la nobleza de su linaje..."
Sabe al mismo tiempo que un arma más sofisticada está reservada a otras instancias del orden jerárquico. También es consciente que si para el Cholo morir a manos de una Luger es algo digno. Él fatalista por convicción, le gustaría morir a manos de arma superior para demostrar su rango y eso es lo que efectivamente ocurre en la cadena sucesiva de asesinatos.
Abáscal es muerto por un rifle Browning calibre 30. A su vez el Doctor es muerto por algo más sofisticado y poderoso: una bomba camuflada sutilmente en una inocente carta.
La forma implícita es a través de lo que sugieren los nombres de las tres víctimas o asesinos:
El Cholo es el último en el escalafón, es un 'ganster' local que vive en una pensión de mala muerte.
Abáscal su nombre extranjero lo diferencia del anterior, de procedencia del mundo árabe. Es un hampón importado. Es más refinado su mundo que frecuenta son las embajadas y se codea con las estrellas famosas de cine.
El Doctor es el responsable mayor de la filial argentina. Su estatus está definido por la profesión.
A partir del cuento analizado podemos decir que el principio constructivo se ha desplazado. No es ya el develamiento inductivo - deductivo característico del relato de enigma, sino es la acción vertiginosa la que vertebra todo la historia. Por lo tanto, este corrimiento lo identifica más con el tipo de policial negro o duro en su vertiente gansteril.
El universo que nos comunica el narrador es el mundo mafioso y violento donde el crimen es la moneda de cambio. Las personas en sus valores personales no cuentan, son devorados por el sistema a cambio de un efímero bienestar pasajero. Ni bien este sistema advierte un atisbo de peligro no duda en eliminar todas las huellas que lo pondrían al descubierto. Las personas son bienes renovables y descartables. No hay planteos morales. El Dr. dirá de Abáscal "es una pérdida sensible, pero lo dice en cuanto a la efectividad que el delincuente consigue en sus trabajos y no que se valore algún aspecto personal.
Este poder permanece en la sombra, jamás muestra la cabeza o a los sujetos responsables. A lo sumo, conocemos a su máxima jerarquía de la filial argentina: el Doctor. De la filial Caracas, nada se sabe salvo que es "... partidaria de ganar tiempo y evitar sobresaltos inútiles..."
La organización realiza 'trabajos' pero ¿para quién? parece interrogarnos el texto. Acaso esos 'empleadores' sean los verdaderos dueños del poder y éstos su brazo armado.
Dejando de lado las especulaciones, cabe aclarar que si nos detenemos en considerar este aspecto, en principio es por sustentarse el relato en este universo pero además coincide con uno de los tópicos de la narrativa policial dura. No hay un detective investigando una red de homicidios, sino de asesinos que se matan unos a otros para ocultar las causas del primer crimen por encargo y borrar las huellas de un trabajo desprolijo. De esto se deduce que los asesinos son profesionales y esta es otra diferencia sustantiva con el género policial tradicional. Los cultores del género duro, les interesa más describir con realismo las relaciones sociales que inventar un prolijo razonamiento para describir al asesino como la novela de enigma.
El título del relato da cuenta de la estructura que posee la organización criminal: un orden jerárquico que está simbolizado en la elección de las armas, el instrumento aplicado en cada muerte y los mismos nombres de los personajes.
El espacio funciona por un lado, como escenario donde se desarrollan las acciones y por otro colabora en la construcción del universo sórdido, violento y marginal. El espacio de la ciudad se transforma, en el cuento, en un lugar amenazante y peligroso.
En cuanto al desarrollo cronológico el texto presenta un tiempo de la acción que corresponde al presente del relato y otro del recuerdo y pensamiento.
El cuento se inicia con el seguimiento de Abáscal al Cholo por las calles de Buenos Aires de madrugada. Luego, esa acción se interrumpe por una serie de pensamientos donde se mezclan, la reflexión del personaje con el recuerdo en el cual relata los acontecimientos previos. Después, nuevamente retorna a ese presente y continua de forma lineal hasta su desenlace.
Con respecto al narrador podemos decir que éste adopta la modalidad de tercera persona omnisciente y por momentos mantiene el punto de vista de los personajes Abáscal y el Doctor respectivamente. En cada instancia el efecto que se logra es conocer la interioridad de los personajes pero al mismo tiempo nos limita pues conocemos el mundo desde su única visión. Por esta razón ambas muertes nos resultan sorpresivas.
[Extraído de http://www.ficciones.com.ar/Critica/goligorsky-1.htm]

Género Policial y Subgéneros

No puede hablarse de la existencia del Género Policial como tal hasta el año 1841, en que aparece “Los crímenes de la calle Morgue” de Edgar Allan Poe (1809-1849). La trilogía policial considerada el antecedente del género se completa con “La carta robada” y “El misterio de Marie Roget”. A Poe se debe también la creación del enigma “del cuarto cerrado“, estructura genérica a la que, posteriormente, Agatha Christie llevara al paroxismo: en un espacio cerrado, al que nadie puede acceder o del que nadie puede salir una vez dentro, se comete un delito –asesinato, generalmente-. La estructura confunde y, en la mayoría de los casos, obliga a la conclusión de que el enemigo se halla entre nosotros…

Causas del surgimiento del Género
La aparición de relatos policiales se de a partir de las siguientes circunstancias:
1. La pervivencia del conflicto entre lo racional y lo irracional que había planteado el S. XVIII. El interés por la investigación, la lógica y la deducción racional como sinónimo de inteligencia y de esclarecimiento verdadero.
2. El auge de la novela de folletín, que respondía a los requerimientos de un nuevo público con un nuevo lenguaje y nuevos intereses: la burguesía. El suceso extraordinario era, para la burguesía, tema novelesco esencial.
3. El surgimiento de la gran ciudad moderna, con sus grandes concentraciones demográficas que dan origen a la inseguridad, la angustia y el anonimato del hombre moderno, junto con las áreas marginales que se desarrollan a su lado.
4. El auge de la prensa, especialmente, la sensacionalista que destaca el interés por lo morboso y extraordinario como una forma de rescatar lo anónimo y ordinario de la vida cotidiano.
5. La Revolución Industrial y la conciencia de la lucha de clases, que hacen del género policial el campo de desarrollo de una “antiepopeya del capitalismo”, con toda una temática nacida de la codicia económica, la primacía del dinero y el poder, y el prestigio de la propiedad privada.
6. La organización institucional de la policía y de los cuerpos de seguridad y la aplicación de determinadas metodologías de investigación necesarias para su eficacia. Napoleón funda, en 1800, la Prefectura de Policía de París -la SURETE-, hasta entonces inexistente.

El género Policial ha desarrollado dos vertientes principales:

1- La Novela-Problema o “de Enigma”:
Quien recoge, perfecciona y desarrolla las teorías de Poe es Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930), creador del célebre detective Sherlock Holmes, que comienza a tener vigencia literaria a partir de 1891.
En esta variante, el eje del relato es el develamiento de un enigma, a través de las deducciones de un investigador –eje y figura principal de este tipo de textos- que se luce develando el enigma con el solo uso de su razón.
Su trama se estructura con vistas a un efecto final, a la solución del misterio. La muerte, despojada de su contenido trágico, aparece como punto de partida del desarrollo de una trama elaborada al revés, de atrás hacia adelante, donde el capítulo final es el que da sentido a las acciones previas.

Características del investigador
Sherlock Holmes es el arquetipo. Posee razonamiento matemático e implacable. No pertenece al ámbito del criminal, no usa armas, ni lucha, ni se ensucia. Es un investigador “de laboratorio”. Generalmente, es un aristócrata, de origen noble, erudito, presentado como una máquina de calcular, impasible y frío. No demuestra sus sentimientos. Cientificista, vanidoso, altivo, orgulloso de su implacable erudición, representa a la razón triunfante. No es un detective profesional ni policía, es un aficionado que se entretiene con este pasatiempo. Este investigador puede llegar a esclarecer ciertos episodios a partir de la narración que realiza otro personaje o con la simple observación directa del lugar del crimen. El investigador infiere, deduce, sintetiza, manteniéndose incontaminado y al margen. Se crea así el prototipo del detective cultivado, que investiga por pura afición y entretenimiento junto a una copa de cognac y que, gracias a su clarividencia racional, esclarece los hechos criminales que lo son sometidos.

Dos figuras lo secundan:
- un ayudante, mediocre, lerdo, simple: humano. Es el otro polo de la dialéctica lógica. El lector se identifica con este infaltable ayudante que queda atónito ante el brillo de su jefe.
- el policía que, a pesar de ser un profesional, siempre es incapaz de resolver el caso.
Ambas figuras sirven para resaltar las características extraordinarias del investigador.

Por otro lado, en la confrontación entre el profesionalismo del policía y la actuación del investigador, el policial de enigma da cuenta de la oposición entre la práctica experiencial y el auge del racionalismo. El positivismo –que señalaba a la ciencia y a la metodología hipotético-deductiva como el signo del progreso humano- está simbolizado por la pericia intelectiva de Sherlock. Un razonamiento científico da mejores resultados que la práctica concreta y el ejercicio de una actividad.

Características del delito
El delito puede ser un asesinato, un robo, o la desaparición de una persona o de un objeto.
Pero, cualquiera sea el hecho, siempre se tratará de uno solo, un único enigma, del que derivarán todos los núcleos de acciones.
Como decíamos arriba, puede tratarse de un enigma de cuarto cerrado. Se llama así al misterio que se teje alrededor de un asesinato cometido en el interior de un cuarto cerrado herméticamente por dentro y sin ninguna posibilidad de acceso por ventanas.
El crimen es un artículo de lujo que ocurre en apartadas mansiones y en ambientes refinados. El criminal compite con el investigador en inteligencia, astucia, buen gusto y delicadeza. Por lo tanto, se puede afirmar que la figura del “archienemigo” surge ya en esta etapa del género.

Los más famosos exponentes de esta variante son:
En Inglaterra


Arthur Conan Doyle (1859-1930)desarrolla las teorías de Poe y crea al inolvidable Sherlock Holmes y a su ayudante y único amigo, el doctor Watson. Su primera novela es de 1887: Estudio en escarlata. Son famosas: El sabueso de los Baskerville, El signo de los cuatro, El círculo de los pelirrojos, entre otras novelas y numerosos cuentos.

Agatha Chistie (1891-1976) ha creado varios personajes que la sobreviven: Hércules Poirot y su ayudante Mr. Hastings, la curiosa anciana Mrs. Marple. A la saga de Poirot, pertenecen sus más famosas novelas: Diez negritos, El crimen del Expreso de Oriente. El primero narra una serie de asesinatos en una isla y el segundo un asesinato en un tren en continua marcha, ambos son variaciones de la estructura de cuarto cerrado. Agatha Christie agregó los asesinatos “en serie”, pero siempre en un mismo lugar donde cualquiera de los presentes puede ser el asesino.

Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) añade la veta religiosa creando la famosa figura del Padre Brown, sacerdote católico, curioso y obeso, que logra redimir al famoso ladrón Flambeau, hasta hacerlo su inseparable compañero, mediante el buceo en la psicología del criminal.

En Francia
Francia cuenta con un antecedente muy importante que fue retomado por los policiales clásicos: la existencia de un personaje casi legendario llamado Eugene Francois Vidocq. De desertor, falsificador de moneda, impostor y presidiario evadido pasa a ser confidente de la policía en 1809. Al año siguiente se incorpora como agente secreto, escalona posiciones hasta llegar a ser Jefe de la SURETE de París desde 1811 a 1827 y desde 1831 a 1843. En 1825 funda la primera Agencia de detectives privados y da a conocer varios libros: Los ladrones y Los verdaderos misterios de París. Vidocq publicó sus Memorias en 1828. En ellas relata sus tácticas y su metodología. Las Memorias de Fracois Vidocq tuvieron gran repercusión e inspiraron a escritores como:

Emile Gaboriau (1832-1875) crea a Monsieur Lecocq, quien utiliza la misma terminología y métodos que el legendario Vidocq. Se disfraza, observa y reúne pruebas. Sigue varios caminos pero siempre la virtud y la verdad se imponen.
Gastón Leroux (1868-1927). Su héroe es Francois Rouletabille, protagonista de El misterio del cuarto amarillo y de su continuación, El perfume de la Dama de Negro, se enfrenta al cruel Larsan, criminal famoso a quien nadie ha visto nunca.
Maurice Leblanc (1864-1941) es el creador de otro héroe mítico: Arsenio Lupin. Lupin es el caballero ladrón de guante blanco. Se maquilla y cambia de identidad con facilidad. Es ingenioso y hábil, y policía y ladrón al mismo tiempo. Lupin es la síntesis de la intuición y de la inteligencia.
Pierre Souvestre (1874-1914) y Marcel Allain (1885-1968) creadores de Fantomas, un personaje que despertó gran interés en los surrealistas como Bretón, Desnos y Aragón. Su característica principal es el terror, y su objetivo directo, impresionar y asustar al lector.
Georges Simenon (1903- ). Creador del famoso Inspector Maigret, llevado al cine e inmortalizado por Jean Gabin. Maigret es un analista de almas. No le interesa el crimen, sino el criminal. Se identifica con él, con su ambiente y con las circunstancias psicológicas que han desencadenado el drama.
La dupla Souveste-Allain y George Simenon no pueden ser encasillados en el Género Policial “de enigma” ya que sus obras combinan elementos propios de la segunda variante del Policial: el Hard Boiled o Policial Negro.

2- Policial Negro o Duro (Hard boiled)
El iniciador de esta nueva época en el género policial es Dashiell Hammet (1894-1961) con Cosecha Roja (1929) y El halcón maltés (1930), en las que aparece el célebre Sam Spade, inmortalizado por Humprey Bogart en la pantalla grande. Significativas del pesimismo de quien se siente ahogado por una sociedad opresora donde la acción individual queda esterilizada.
La novela de Hammet aparece en un EE.UU. prohibicionista y amenazado por la crisis económica. Por lo tanto, es realista y violenta. No escatima mostrar un mundo hostil y corrupto donde el abuso y el deterioro moral invaden a gobernantes y gobernados, incluyendo a la misma policía.

Raymond Chandler, uno de los famosos escritores de esta variante y creador del inolvidable Philip Marlowe, dice:
La novela policíaca realista habla de un mundo en el que unos bandidos pueden gobernar naciones y casi gobiernan ciudades; en el que los hoteles, los edificios de departamentos, los restaurantes famosos están en manos de hombres que han hecho fortuna con los prostíbulos. Un mundo donde un juez cuya bodega está llena de licores puede condenar a un hombre por tener una botella en el bolsillo.

A sus autores les interesa denunciar y describir, con realismo, núcleos sociales en los que se presenta el crimen y rige la ley del más fuerte y donde el dinero determina las acciones de los hombres.
El Eje del Policial Negro es la acción, que relaciona al asesino con el detective. El conflicto principal será un crimen, que puede dar lugar a una serie de delitos. Este nuevo tipo de relato-acción responde a las necesidades impuestas por el cine, donde es imposible mostrar un desarrollo racional. Predomina la imagen, la acción.

Características del investigador
Sam Spade, el detective creado por Dashiell Hammet es cínico, pobre, profesional al máximo, interesado, pronto a desenfundar su revólver, dispuesto a todo. Su investigación no se basa en deducciones ni silogismos sino en una acción violenta que lleva al exterminio del culpable.
No interesa el razonamiento inmaculado y lúcido sino la acción directa y eficaz. A la supremacía de la Razón ha sucedido la del comportamiento, en que prima el objeto y la eficacia del hombre. La figura de esta sociedad es la del hombre acechado, inseguro y hostil -ya sea el asesino o el detective-: ambos son dos caras de una misma moneda y pertenecen al mismo ambiente.
El detective ya no está al margen de los hechos que narra sino que los protagoniza utilizando las mismas armas que el criminal, ya que pertenece al mismo ambiente: tiene soplones entre los adictos y rufianes, las prostitutas son sus amigas. Para el logro del verosímil, los autores adoptan el lenguaje de la calle: la jerga de la mafia y de los marginados -negros, presidiarios, adictos, entre otros-. Es común que el estereotipo del Policial Negro viva en alguna pocilga debido a que ha perdido a su familia por su aficción al trabajo. En la actualidad, suele ser un alcohólico o sufrir algún tipo de vicio. Por ejemplo, en Cosecha Roja de Hammet, Sam Spade llega a sospechar de sí mismo debido a que, al momento del asesinato, él se encontraba drogado.

Características del delito:
El crimen no es un hecho excepcional sino cotidiano. Ya no hay ambientes sofisticados, sino suburbios humildes y sórdidos. No más seres inteligentes e ingeniosos, sino seres sucios y ruines que no ocultan sus bajezas tras ningún afeite.
En algunos casos, se tratará de asesinatos en serie con conexión o no. Por lo tanto, la trama se desarrollará en forma prospectiva, como en la Novela de Víctima. El lector participará de los hechos a medida que se suceden.

Este modelo da lugar a dos vertientes:
- La que agrega Sexo y Violencia. La temática sexual libera algunos tabúes, pero crea otros. La violencia, en la mayoría de los casos, es exagerada y profusa en morbosidad y paranoia.
Sus autores más conocidos son James Cain, Horace MacCoy, Richard Burnett y Mickey Spillane, creador del conocido Mike Hammer.
- La Novela de Espionaje. La Guerra Fría (entre Rusia y EE.UU.) de los años cincuentas y primera mitad de los sesentas tiene su réplica en la novela de espionaje en la que aparece un nuevo prototipo de héroe: el agente secreto. El más conocido es, sin duda, James Bond, creado por Ian Fleming.

Otras Variantes

a) Policial de Suspenso o de Víctima (Thriller)
Una variante de interés, generada casi paralelamente a la anterior, pero reflejada, principalmente, en el cine. Uno de sus primeros exponentes fue Alfred Hitchcock.
El eje de la trama es la víctima. Espera, angustia y suspenso son los ingredientes con los que se presenta el acoso y la violencia que se abate sobre la víctima que, generalmente, sabe que su fin es irremediable. El desafío consiste en llegar a la comprensión del por qué de su situación antes de que sea demasiado tarde. El tránsito del no saber al saber es el principio organizador. En algunos casos –aquellas obras en que se ahonda la perspectiva psicológica-, la víctima fracasa y la muerte es el desenlace. En aquellas en que la acción es más importante que el contenido psicológio, la víctima se salva sobre el final. Esta variante demuestra que “la razón no basta”, ya que es vencida junto con la víctima.
Características del delito
La acción se desplaza del enigma hacia las situaciones de persecución, las amenazas y las agresiones misteriosas que sufre la víctima. El delito no se conoce como en las otras dos variantes. Se sabe que puede haber un asesinato, pero son los pormenores los que mantienen la acción. La angustia de la víctima, la espera es, ya, el delito.
El héroe no es el detective, sino la víctima, que aguarda su muerte sin saber por qué ha sido condenada o sin sospechar siquiera que alguien acecha para agredirla o asesinarla.
La historia es relatada, generalmente, en orden cronológico para lograr el efecto final.
Se apela directamente a la emoción del lector mediante juegos con el tiempo y situaciones de terror o misterio e imprevistos.
Características del investigador
En algunos casos, existe un personaje –policía, generalmente- que investiga paralelamente a los hechos. Pero su figura no es indispensable. Suele aparecer alguien que ayuda a la víctima y de la cual, generalmente, el lector sospecha.
Pertenecen a esta serie las novelas de Patricia Highsmith, William Irish y, entre nosotros, Jorge Luis Borges con su conocido relato “La muerte y la brújula”.

b) Los investigadores de lo sobrenatural o de lo oculto (los “cazafantasmas”)
En la segunda mitad del S.XIX se produce un desarrollo notable de la ciencia: medicina, ingeniería, física, ciencias que, a través de su método, transformaron el rostro de la civilización occidental. Junto a estas propuestas, surge una reacción de signo contrario: como si el hombre no se contentara sólo con dominar el mundo visible, nuevos intereses lo llevan a indagar otro universo, el de lo oculto y no revelado.
Doctrinas como el espiritismo y la postulación de la existencia de un más allá entusiasman al público. Proliferan los médiums, las casas encantadas y todo tipo de fenómenos paranormales.
Surgen organizaciones que recopilan información e indagan acerca de todo tipo de manifestaciones sobrenaturales. Entre ellas, la Sociedad para la Investigación Psíquica, en Londres, y la Asociación Espiritual de Gran Bretaña, que data de 1872 y contó, entre sus filas, con el escritor sir A. Conan Doyle.
Aparece así la figura del “cazafantasmas”, profesional o investigador de lo oculto.
El relato de detectives de “lo oculto” nace como una síntesis del relato policial y del fantástico, en el marco en que, también, se desarrolla la “novela gótica”.
En esta nueva variante, el investigador, aplicando las estrategias propias del Relato Policial de Enigma, gira en torno al eje de los mundos sobrenaturales.
Características del Delito. Los casos por resolver no serán delitos sino violaciones del mundo racional y conocido.
Características del Investigador. El investigador es un personaje que se enfrenta a casos sobrenaturales y aplica todo su conocimiento para neutralizar los problemas que los fantasmas provocan. Los métodos usados varían de acuerdo a su temperamento y conocimientos: utilizan conjuros y talismanes, recitan pasajes de libros mágicos o sagrados, se procuran diferentes aparatos de investigación inventados por ellos o, simplemente, proceden en consonancia con sus propios poderes psíquicos.